10 - marzo - 2009
El “tic-tac” del reloj le estaba desesperando.
Su cuerpo permanecía inmóvil sobre la cama de la habitación mientras su mente escapaba en libertad atravesando esas cuatro paredes que le mantenían cautivo en su propia prisión. Solo su respiración pausada rompía el silencio que inundaba la casa. Se intentó incorporar, sin éxito, pues ese simple movimiento le produjo tal mareo que su cuerpo se volvió a desplomar con violencia sobre la cama.
Pasados unos segundos de abandono puso en marcha su cerebro intentando buscar un porqué a su situación.
Hace tan solo unos minutos se encontraba en la cima del mundo, él era el rey, se sentía con el poder de un dios y todo giraba a su alrededor controlando todos los elementos del universo sin obviar ningún detalle.
Hacía tan solo unos minutos… que a él le habían parecido siglos.
Ahora todo era distinto, no solo se encontraba sumido en el agujero más profundo del universo sino que además sentía una inmensa incapacidad absoluta para encontrar una solución a su estado de letargo.
Tras unos minutos de reflexión la única solución que halló a su problema pasaba por abandonar su melancolía debajo de las mantas de su cama y poner en funcionamiento todo su cuerpo.
Cuando por fin se decidió se puso en pie aguantando, a duras penas, la sensación de borrachera que le subió a la cabeza. Pasado el primer mareo y logrando hacer funcionar sus articulaciones comenzó su búsqueda del “Santo Grial” en forma de ducha reparadora.
“A deshora, me levanto
de la cama, sin nada que hacer;
Me declaro insuficiente
Y siempre fuera de la ley…”
Versos de Extremoduro que tarareaba su mente mientras el agua cristalina purificaba su mente y su alma...
Otro día más comenzaba en su vida y todo seguía igual. Todas las sensaciones volvían a su cuerpo y la lucha diaria empezaba.
