Y tras una "dura" semana en esa celda de conocimientos llegaba el viernes...
Viernes.
Que gran palabra tan humilde en su composición y etimología y tan grande y expresiva en connotación y sensaciones.
Nuestra vida era simple...
Trampeábamos la semana de horas de pupitre sin más aspiración que no morir enterrados entre el aburrimiento generado de confinar adolescentes silenciosos, por norma, dentro de cuatro grises paredes con persianas bajadas para no desviar la atención de los sueños.
Sufríamos pruebas de validez constantes que presumían prepararnos para un MAÑANA, si con mayúsculas, grandilocuente que nos esperaba...
A todos...
Creo que esas letras mayúsculas a mí me pasaron de largo empequeñecidas por mi ego y mi pasividad.
No había gran cosa más.
En una época de la vida que se supone plena de efervescencia, ilusión y novedades, mi camino pronto discurrió entre hastío, monotonía y letargo...
Todo era más gris que mis recuerdos grises que la película "Momo" me transmitía.
No dramatizaré en demasía y si que el arco iris que intentaba pintar en aquellos días tuvo sus fluctuaciones y no me dejó un poso de amargura como ultimo sabor en el paladar de mi consciencia pero...
Al final, casi siempre, todo se reducía a esperar oír en tu calendario mental personal esa palabra mágica que daba comienzo a la vida bohemia y contemplativa que el estricto horario semanal ahogaba.
Tras cuatro días larguísimos...
Viernes, si, por fin viernes...
Viernes y "Andamios".
Así empezaba todo...
Los cuatro, cinco o seis colegas habituales reunidos en el portal de República Argentina.
Caminar entre risas y expectativas con la meta de aquel local de Burgo Nuevo donde ahogar la monotonía con tragos largos de Mahou y futbolines en la sala de juegos de al lado mientras nos amenizaban la velada con la "playlist" más previsible dentro de la previsibilidad más prevista.
Ese era el comienzo de la noche de viernes...
Viernes y "Andamios".
Suena programado, rutinario y predecible...
Pero nunca nada ha sido tan cierto en mi vida como la incertidumbre que se abría ante mi yo despojado de corsés incómodos de horarios y responsabilidades.
Nunca hubo dos noches iguales.
El "Andamios".
Aquel "garito" oscuro de la calle Burgo Nuevo, en el centro de León, adornado por música pseudo rockera, cervezas baratas, frescas y ricas, gente ecléctica y asidua y si, claro, andamios de obra esparcidos por el local, que frecuentó casi cualquier leones que rondase mi generación en aquellos geniales noventa. Allí empezó mi idilio con las noches...
Recuerdos de melodías lejanas, que aun guardo en casetes obsoletos y ajados por el tiempo, entre los que se encuentra este "Matador" de la banda argentina "Los Fabulosos Cadillacs"
Publicada en su disco de 1993 "Vasos vacíos".Segundo sencillo del disco más premiado del grupo y canción representativa y más popular de la misma, considerada una de las canciones mas populares de Hispano-américa. Tema que versa sobre un revolucionario de Barracas, Buenos Aires, perseguido por la policía, con mención a Víctor Jara haciendo referencia a la dictadura del general Pinochet, que termina encontrando la muerte a manos de sus perseguidores.
Viernes y "Andamios"
Igual que este tema nunca falló y enardecía nuestra ansia de fiesta, el "Andamios" nunca falló como punto de partida del recorrido de mil escapadas nocturnas por las calles de el León noventero.
Todo empezaba allí y todo, o casi todo, empezó allí.