21/X/1999
“No es que el tiempo lo cure todo
pero puede ayudar.
Yo no supe como tratarte
no doy para más…”
Se acabó la tensión.
Se acabó la incertidumbre.
Se acabó la intranquilidad.
Se acabo la presión.
Se acabo el nerviosismo.
Se acabó… Todo, o… Nada.
Ya no hay nada...
Posiblemente hace tiempo que no hay nada pero…
Ahora ese vacío se hace más latente, esta más presente, ha crecido inundando todo tu ser.
¡Por fin! Ya era hora.
Su recuerdo es muy bonito y perderte con su pensamiento en la cabeza es una idea muy atractiva pero sabes que vivir de ese recuerdo, refugiarte en la nostalgia, es un ejercicio peligroso.
Peligroso, sencillo y atrayente pero negativo y malo, peligroso.
Dejarse arrastrar por ese sentimiento es muy fácil, lo más fácil del mundo, pero no lo más aconsejable para paliar la locura y retener la cordura sentada a tu lado en este viaje.
Ahora ya has conseguido esa libertad anhelada desde hacia tanto tiempo, has alejado esa tormenta que se había cernido sobre ti indefinidamente, al fin te has desecho del manto gris que te cubría por completo, has roto con tu pasado y te lanzas al futuro sin mirar atrás.
Seguir adelante...
Hay que seguir adelante... ¡Qué sencillo es decirlo! Pero, ¿Es verdad que puedes hacerlo?
Ahora si, ahora si debería resultarte sencillo hacerlo aunque, siempre hay algún impedimento, nunca podrás olvidarla del todo, imposible borrar su rastro de tu alma...
Nunca... Palabra interminable...
Siempre habrá momentos en los que la fuerza te falle, en los que la tristeza te gane y te atraiga el “volver a vivir”.
No te preocupes, es normal.
Nadie puede desembarazarse por completo de sus “pequeñas cosas”. Nadie puede evitar, de vez en cuando, llorar cuando nadie mira escondiendo las lagrimas tras una sonrisa que maquilla sentimientos. Nadie puede dejar de evocarlos cuando algo sale mal rememorando ese estado de bienestar completo que tu cerebro guarda...
Nadie, no te engañes, tu tampoco.
Pero eso no es malo, tranquilo, eso no quiere decir que no has superado la situación.
Eso no quiere decir que tu corazón sienta el mismo dolor y sangre lagrimas por dentro.
Eso, lo único que quiere decir, es que estas vivo y... Eso es bueno.
¿Es bueno?
¡Claro qué es bueno!
Tener recuerdos es tener vida.
Los recuerdos son la constatación de tu pasado, la prueba de que has vivido, la prueba de que detrás de ti hay una historia, la prueba de que sonreíste, la prueba de que lloraste, la prueba de que amaste y fuiste amado, la prueba de...
La prueba de tu existencia.
La prueba de tu existencia...
Momentos buenos que te alegran el alma y momentos malos que encojen tu corazón.
Momentos que despiertan una sonrisa en tus labios y momentos que arrancan lágrimas de tus ojos.
Momentos que te devuelven a la vida con un soplo de aire fresco y momentos que te matan arrancándote las entrañas.
Momentos que elevan tu espíritu a cotas insospechadas haciéndote sentir invulnerable y momentos que te sumen en el más profundo de los pozos llenando de debilidad tu espíritu.
Momentos calidos como el sol del verano que acaricia el mediodía y momentos fríos como el hielo de los glaciares que erosiona la roca.
Momentos brillantes como el resplandor de las estrellas del firmamento y momentos oscuros como la noche cerrada de un frio invierno.
Momentos...
Momentos con los que se aprende a vivir, que nunca se olvidaran porque forman parte de tu persona, que aparecerán sin avisar partiéndote en dos la vida desapareciendo de repente dejándote ese rescoldo cálido en el alma.
Momentos que aunque no quieras seguirán ahí siempre y, si quieres seguir adelante y seguir luchando por tu futuro, tendrás que aprender a suavizar sus apariciones y no dejarte llevar por la euforia que los momentos buenos te alegra ni por la desesperación que los recuerdos tristes te apena.
Solo así podrás controlar tus emociones y solo así podrás vivir suavizando las escarpadas cuestas de tu montaña rusa...
Se acabó la tensión.
Se acabó la incertidumbre.
Se acabo la intranquilidad.
Se acabó la presión.
Se acabó el nerviosismo.
Se acabó... Todo...
Pero... siempre permanecen los recuerdos.
