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Salto

Esa es la sensación que recorre mi cuerpo en estos momentos.

Mirando a través del retrovisor de mi vida contemplo con asombro como la evolución de la dicha avanza de una forma tan silenciosa y tranquila que apenas percibo sus huellas en mi ser.

Hace un octubre, tras la catarsis veraniega de trabajo asfixiante y operación incomoda, sentí como una forma de mi mejorada nacía de las cenizas de medio año farragoso y ahora, escudriñando sin querer, parando un poco dentro de estas ultimas semanas un pelin vertiginosas, veo que aquel ser humano que nació de esa involución y que creí mejor solo era el boceto de unos renglones derechos sobre los que escribir frases cada vez mejores dentro de mi biografía...

Ahora, con la perspectiva que da ese ser etéreo que es el tiempo, voy recomponiendo de a poco las estanterías de mi vida ordenando en ellas pedazos de mí que no creí desordenados.

Tu, que por aquel entonces ya me acompañabas en aquellos días, ¿sabias la de inseguridades terroríficas y vacíos emocionales que aún tenía sin darme cuenta?

Viviendo en mi burbuja post "sueño inducido", con la vida cotidiana anclada en un "stand by" de tres meses, rodeado de mi familia como núcleo más duro, me encontraba en un paraíso idílico donde recomponerme de los desgarros sufridos en mi psique.

Gracias.

Ellos consiguieron aislarme del cruel mundo exterior para que esa regeneración fuera más liviana y dulce.

Buenas bases para la construcción de un buen edificio.

No me percaté que esos días solo eran la etapa infantil de mí yo mismo, la niñez de este nuevo ser que intentaba formar anulando los demonios que habían destruido a esa persona que quise abandonar abrazado al inodoro de miedos.

No me di cuenta, aunque reconozco ahora que sentí recelo a derrumbar las torres de sosiego creadas con tanto esfuerzo en las paredes familiares, de que lo difícil venia tras la vuelta a la realidad del día a día de los mortales.

Este año que el reloj va matando a golpe de segundos...

Este año marcado por la vuelta a la rutina de la vida común, a los turnos de monedas y las noches de Mahou, a volver a reencontrar tu sonrisa y sentir de nuevo funcionar latidos extraños, bonitos y buenos dentro de mi pecho, a la semi-independencia adquirida.

Este año de adolescencia tardía y cuarentona en la que empezar a coger la rienda de mi futuro con la compleja dicotomía de no preocuparme absolutamente por él.

¿Y ahora que?

Salto...

Y aquí estoy hoy.

Aquí me encuentro tras dos meses de asentar mi nueva condición en el organigrama del INEM, tras un giro inesperado de los acontecimientos escritos en papeles llenos de farragosos renglones, ubicar mi yo dentro de este momento preciso y esos nuevos retos que no esperaba, y tampoco quería, pero que debía aceptar para alcanzar algo más grande dentro de mi estabilidad relativa.

Si, aquí estoy.

Ahora, en este momento preciso de mí espacio-tiempo, dentro del libro que escribirá mi póstuma biografía, es el momento en el que mi ser más cercano ha estado a la madurez, rozando la "d" de esa palabra con los dedos.

Nunca llegare a la "z"...

Pero eso lo he entendido, por fin, ahora.

Aquí estoy ahora, a punto de sumar un año más a los cuatro veces diez, entendiendo por fin que nunca alcanzaré mi pleno desarrollo máximo pero que será divertido viajar por el camino de intentarlo.

Aquí estoy llenándome de adjetivos que nunca me adornaron y que anhelaba hacer míos cargados de mansas connotaciones...

Pero eso es otro lloro que escudriñar.

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