8/X/1999
Se tumbó en la cama confiando en que los brazos del sueño le abrazaran lo antes posible, necesitaba descansar.
Pasaron los segundos, tal vez minutos.
Unos instantes que envueltos en la oscuridad de la noche, el silencio de la casa y su impaciencia por conciliar el sueño, le parecieron una eternidad.
Una, dos, e incluso tres vueltas dentro de su cama sin hallar postura en la que dejarse perder.
Su mente buscó una solución rápida a su insomnio mientras su mano tentaba en la oscuridad el interruptor de la radio.
Cuando consiguió encenderla una melodía conocida le envolvió.
¡Muy bien!
Era lo que le faltaba, esa canción le traía a la mente una de sus últimas obsesiones.
Su imagen le intranquilizó, repitió su nombre en bajo y en unos instantes se sorprendió repitiendo el estribillo de la canción...
Cuando por fin la canción dejo de torturarle, con la plácida voz de la locutora de fondo, volvió a su preocupación inicial de encontrar la manera de conciliar el sueño.
Pensó en levantarse y dar una vuelta por la casa pero estaba demasiado cansado.
Sentía calor, se quitó la chaqueta del pijama.
Sentía frío, se puso de nuevo la dichosa chaqueta del pijama...
No sabía que hacer y su ansiedad se acrecentaba de tal manera que sentía llegar ya cerca las terribles garras de la Tristeza y, para rematar la faena, la radio escupía otra canción “matadora”.
Todo se había puesto en su contra y, harto de luchar, se dejó llevar al terreno de la Melancolía.
Fueron unos segundos porque, gracias a Dios, el sueño logro imponerse en la batalla.
¡Por fin podía descansar! O...
No.
Pobre iluso.
Le esperaba lo peor.
Una vez sumido en el campo de los sueños su mente se dedicó a navegar por universos misteriosos, países desconocidos...
Y, lo peor de todo, sus miedos, sus manías, sus obsesiones, sus temores...
Todo ello envuelto en un halo de misterio y penumbra con una velocidad de desarrollo tan alta que la sensación de vértigo se fue apoderando de todo su ser tanto que no podía distinguir el sueño de la realidad y su cuerpo empezó a revolverse en la cama de forma frenética...
Entonces un sonido atronador le golpeó el cerebro y rápidamente, con un movimiento felino, automático, con la certeza que da la repetición diaria, su brazo golpeó el resorte mecánico que acababa con el zumbido mientras la otra mano accionaba el interruptor de la luz.
Abrió los ojos y la luz le cegó, pero pudo incorporarse.
Se puso en pie y la rapidez con que la sangre le subió a la cabeza le hizo tambalearse y perder la verticalidad.
Una vez recuperado intento ordenar las ideas de su mente.
Intento explicarse lo sucedido durante la noche, se sentó en la cama y recordó todo lo vivido mientras dormía...
Por que estaba dormido ¿no?
Todo había sido un sueño ¿no?
El cuerpo le dolía tanto y estaba tan cansado que, la verdad, esa pregunta tan fácil de responder se convertía en la más complicada de las ecuaciones.
Todo había sido tan real que no sabía que pensar.
Se sacudió la cabeza y lo dejó apartado en su mente, encerrado en una de las estanterías perdidas de su cerebro, tenía muchas cosas que hacer.
Más tarde, imbuido ya dentro de su rutina habitual, una cara le llamo la atención.
Su mirada se mantuvo fija en ella.
Era una persona con la que no había mantenido relación ninguna desde hacía mucho tiempo, exactamente desde la ruptura de ambos, y pensaba que, desde aquel hecho, le profesaba odio eterno...
Pero esta vez, al cruzar sus miradas, ella sonrió y le saludo con un cálido beso...
Le vino a la cabeza una imagen de la noche anterior, esa sonrisa, ese beso, ese instante, lo había vivido antes, lo había vivido en su sueño o...
¿O no fue un sueño?
Ese era el lejano recuerdo nítido que tenía desde la última vez que se había acostado sin viajes nocturnos, la última noche que había descansado sin sobresaltos, la última noche que se había acostado en compañía de su Obsesión...
De esa noche hacía ya una eternidad, exactamente, tenía la fecha del comienzo de su infierno grabada en su mente a fuego, un año, cinco meses y nueve días...
Y de fondo, en su cabeza...
“…Me dan miedo las noches,
me asustan las mañanas,
ya no entro en nuestro pacto,
que está lleno de nada..."
13/X/1999
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