9/XI/1999
“Me contó la mañana
que estaba loco por ti
que mi vida ya no me importaba...”
Y ahora no estás y noto tu ausencia cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo.
Extraño tu cuerpo junto al mío mientras las horas pasan interminables esperando el momento de volver a estrecharte en mis brazos, el momento de que mis ojos se encuentren con tus ojos, el momento de que mis labios se fundan con tus labios, el momento de... Volver a tenerte.
Te odio.
Si, te odio, tú tienes la culpa de este estado de tristeza en el que me encuentro, tú tienes la culpa de que el nudo que tengo en mi garganta sea cada día más difícil de deshacer y poder continuar tragándome esta pena de tu ausencia, tú tienes la culpa de que la Melancolía se halla hospedado en mi casa y llore tu lejanía en silencio, tú tienes la culpa de que la Soledad sea mi mejor amiga y prefiera su lúgubre compañía a amargar los días de mi entorno amigo...
Tú tienes la culpa, si.
Si, y te preguntaras porqué...
¿Por qué?
Sencillo, me acostumbraste mal.
Me acostumbraste a sentirte siempre a mi lado llenando mi vacío, tú me acostumbraste a apoyarme en ti en cualquier momento para superar problemas, tú me acostumbraste a... quererte.
“...Mediodía me tranquilizó
y me dijo que ya te vería
me saco un poco de mi locura
me acercó un poco más a la vida...”
¿Te odio? No, no puedo.
De repente apareces y todo cambia...
Mi tristeza se vuelve alegría, el nudo se desata instantáneamente y vuelvo a tragar sonrisas, la Melancolía se larga a un motel dejándote espacio en mi vida, la Soledad desaparece borracha de tu compañía y el sol se abre en el cielo de mi vida para iluminar un nuevo día dentro de la noche perenne que me acompaña normalmente en tus obligadas huidas.
No, no puedo odiarte. No puedo odiar lo que más quiero.
“... Todos me dicen...
La tarde, no me dijo nada
ni siquiera me miró a la cara
la noche me meció, susurrando me dijo...”
¿Cómo puedo odiar lo que más quiero?
No, no puedo.
No puedo odiar la cosa más bella que he tenido en mi vida, no puedo odiar a la persona que más felicidad me ha dado pintando sonrisas en mi cara cada segundo, no puedo odiar algo con lo que sueño todos los días, no puedo odiar a alguien que ocupa mi pensamiento cada instante del día. No, no puedo.
“... Todos me dicen
pero yo sigo sin estar a tu lado
tranquilo mañana te cegará el sol
todos me dicen...”
No, no puedo.
No puedo odiarte por mucho que te extrañe, por mucho que cuando me acostumbro a estar contigo vuelvas a desaparecer, por mucho que la distancia nos separe, por mucho que mis días duren un fugaz instante mientras mis noches eternidades, por mucho que cada vez que te vas llene mi casa de suspiros, por mucho que cuando te marchas moje mi almohada con un mar de lagrimas, por mucho que cuando no estas a mi lado sienta el frío de tu ausencia, por mucho que...
Por mucho que lo intente no puedo evitar que mi vida gire en torno a ti. Mi vida se mueve con un compás de espera e intranquilidad durante “mis noches” y ese compás se congela cuando tú me traes la luz de “mi día”.
Ya ves, por mucho que lo intente no puedo evitar...
“...Guardo tu nombre escrito
a fuego en mi corazón...”
![](https://static.wixstatic.com/media/725c0c_5c667c480a744002934e1da12705ddc3~mv2.jpg/v1/fill/w_980,h_980,al_c,q_85,usm_0.66_1.00_0.01,enc_auto/725c0c_5c667c480a744002934e1da12705ddc3~mv2.jpg)