Ella fue mi primera amiga…
La primera persona que sentí a mi cargo y con la que empezó ese estúpido y fallido afán mío de servir y proteger que llega a asfixiar por responsable y en ocasiones frío…
Recuerdo aquellos primeros años de niñez compartiendo sueños en nuestra pequeña mansión de ilusiones bajo la mirada de aquellos astronautas colgados del papel pintado de la habitación sin mas preocupaciones que los deberes del mañana infantil.
Recuerdo aquel contenedor metálico cercano a nuestra casita que te señalaba todas las veces que pasábamos a su lado para hacerte rabiar sin utilizar ya ni palabras.
Recuerdo las mañanas tempranas en la cocina fresca envolviendo el almuerzo de media mañana dando vida al inerte papel de plata que cubría las galletas con formas dispares.
Recuerdo aquellos juegos acompañados correteando por la calidez de nuestro reino particular con la compañía de nuestros queridos amigos de cuatro patas.
Recuerdo aquellas primeras tardes de mi amor por la canasta contigo a mi lado tras horas de negociaciones amañadas intentando llegar a un acuerdo ecuánime en la planificación de nuestro ocio juntos... y como te engañaba para salir ganando.
Recuerdo aquellos días de nieve construyendo figuras que veíamos deshacerse, desde la ventana, lentamente, erosionadas por el termómetro y su subida de grados paulatina a medida que arrancábamos las hojas del calendario que colgaba al lado de la puerta del salón.
Y que decir de las tardes frías de cálidos recuerdos adornando ese gigante árbol de navidad que alegraba la entrada a casa en diciembre dando el pistoletazo de salida a nuestro mes cargado de celebraciones...
Nos recuerdo compartiendo escayola en el brazo y lagrimas calladas cuando tuvimos que estar solos en nuestra rutina diaria sin saber cuando volverían y esa extraña sensación que sentí, en silencio, de tenerte solo a ti...
La niñez, nuestra niñez, con sus bonitas postales grabadas en la calidez de los recuerdos formando un álbum feliz.
Hay veces que pienso en lo injustas que son las palabras que intentan definir limitando con letras ese algo superior que no se puede explicar por quedarse corto y superar el valor afectivo real...
Hermana...
Siete letras que intentan acotar el abanico de sentimientos que abarca desde el cariño mas profundo de la vida al odio mas visceral del momento. Risas inocentes de juegos ingenuos y llantos descontrolados de desgracias comunes. Alegrías compartidas y riñas enfurecidas...
La vida.
La vida juntos...
Hemos visto como el tiempo nos ha ido tiñendo el cabello caminando hacia la madurez mientras te recogía de tus clases de baile a regañadientes pero con responsabilidad plena y nos fuimos creando como adultos haciendo el mismo recorrido con minutos de separación para llegar al mismo patio de futuro donde pasar la mañana...
Añoro de manera agridulce el compartir contigo horas de trabajo ameno rodeados de amigos en aquel lugar idílico que creamos y maldigo su mutación en ese agujero de sufrimiento en el que se convirtió para todos y la manera amarga con la que tuvimos que romper los vínculos atados allí dentro...
Como nacieron nuestras cenas de viernes con nosotros como núcleo para alargar ese contacto periódico creado en aquellos días repartiendo ilusión y como en silencio y sin darnos cuenta hiciste de un amigo de años mi familia para siempre...
No olvidaré jamas los días de sol que me diste trayendo al mundo a mis dos monitos matando de nuevo mi egoísmo y borrando de mi diccionario palabras individualistas cambiando la percepción de familia en mi vida para darle un nuevo significado con una dimensión tan grande a la palabra que otra vez siete letras no bastan...
Siempre has estado ahí...
Siempre has estado aunque en algunos momentos de nuestra vida pareciésemos vivir en hemisferios opuestos compartiendo pared dentro de la misma casa y apenas intercambiáramos cuatro gestos al día...
Siempre te he querido y he pensado antes en ti que en mi misma existencia aunque no lo haya sabido demostrar nunca debido a mi estúpido déficit afectivo y ese egoísmo global que me caracterizaba y he sentido con orgullo ver como no necesitabas de mi presencia para volar sola y convertirte en esa persona fuerte que me ha tenido que apoyar a mi cuando no veía el final del túnel mientras cargabas también con las responsabilidades de tu vida...
Que seria de mi sin ti ahora... y siempre...
Solo puedo dar gracias a papa y mama por haberme dado tu compañía desde que mi cerebro empezó a crear archivos de memoria y a ti por nunca negarmela por difícil que lo haya puesto en algunas ocasiones a base de gruñidos y caras de ogro enfadado con el universo entero...
Se que aún nos quedan muchas fiestas llenas de risas que celebrar y por desgracia también muchas penitencias que superar con lagrimas y esfuerzo pero tengo claro tras haber pasado por días esa mítica barrera de los cuatro veces diez que ahí estas tu para darme la mano si lo necesito...
Siento escasas e insuficientes estas palabras que te mereces por embargarme de nuevo la sensación de apenas arañar la cascara de mi corazón para expresarte a ti todo lo que siento...
De una u otra manera siempre has sido algo mas que una compañera de apellido
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