Hace más de media vida desde que nuestras miradas se cruzaron y nuestros labios pronunciaron nuestros nombres por vez primera...
Yo pensé haber conseguido esconder aquel niño gominola que era cuando entré en tu vida de una manera más o menos afortunada y haberme convertido en ese hombre duro y seguro de si mismo del que intento vestirme cada vez que salgo de casa...
Y me dices que no...
Me dices que a poquito habías reconocido hoy en mi aquel ayer del que yo me avergüenzo y tu recuerdas con cariño.
Tus palabras han dado vueltas por mi cabeza cambiando mi percepción de hechos pasados que tenia dibujados en blanco y negro con el único color de mis mejillas enrojecidas por la inocencia que emanaban todos mis poros.
No me gustaba entonces sobrepasado por un mundo nuevo que se abrió violenta y cruelmente ante mi sintiéndome demasiado niño aún para afrontarlo.
Las garras de la realidad derribaron sin contemplaciones ni previo aviso el castillo de cristal en el que me habían protegido y malcriado durante mi niñez y tu ayudaste a acelerar todo el proceso.
Irrumpiste en mi vida como un castigo impuesto por nuestra incontinencia verbal y acabaste siendo el más importante de los besos que no he dado.
Fui valientemente inconsciente y me lancé cegado por esa sonrisa tan dulce que aún adorna tu cara hoy y caí presa de mis propias inseguridades y esa ternura infantil que aliñaba mi incompleta personalidad.
Y entonces nada....
Millones de segundos sin vernos habitando de espaldas uno del otro...
Pequeñas islas de información en el desierto de la inmensidad de horas quemadas por el tiempo...
Y aquel día algo cambio en mi que me empujó como un kamikaze atraído por el irremediable atractivo que, en mayor o menor medida, siempre me ha transmitido tu imagen y actué sin pensar pensando atraído por la necesidad de verte y derribar la barrera del lenguaje escrito.
Ese día sentí sin sentirlo el momento exacto en el que dar ese paso acelerando la marcha para no demorar la espera de un tiempo que había pasado deprisa y necesario.
Momento álgido el de volver a cruzar nuestras miradas y pronunciar de nuevo nuestros nombres tras esa media vida semidesconectados y, tras un simple saludo, la posible extrañeza se evaporó de un plumazo al sentir que ese lejano ayer que marcaba el calendario era vencido por la naturalidad del que continua con una conversación aparcada dos días antes.
Y todo siguió como había comenzado esta historia hacia años.
Sin pretensiones ni sueños inalcanzablemente idealistas avanzamos en la noche a base de palabras y risas mientras la comodidad me iba abrazando a medida que me dejaba arrastrar por tu belleza serena.
Sin dejarnos llevar por la melancolía del pasado y nuestros recuerdos ni forzar la puesta al día de nuestras vidas como funcionarios grises que rellenan un formulario divagamos sobre conversaciones hiladas por una complicidad extrañamente familiar para dos personas separadas por siglos de vacío entre ellas.
Y me gustó...
Desapareció el tiempo de nuestras vidas para no molestar.
La gente nos rodeaba sin interferir en el mundo que estábamos construyendo.
Íbamos cerrando bares sin prisa ni intención intentando alargar el momento y yo cada vez mas tranquilo y más a gusto te llevé a mi terreno para que el ron acabase de soltar las pocas ataduras que aún atenazaban mis nervios adolescentes.
No esperaba más que disfrutar de tu sonrisa mas cerca...
Sentir tu calor pegado al mio...
No necesitaba más.
Entonces el pasado volvió a visitarnos y esa espinita que parecías tener clavada sin fundamento fue acallada por mi monologo confesatorio desvelándote la verdadera importancia dentro de la compleja tela de araña tejida para construir mi persona.
Me miraste callada tras escuchar mi soliloquio y por primera vez entre nosotros un segundo eterno de silencio nos envolvió entre el ruido...
Entonces sentí que esa puerta que nunca se abrió del todo y nunca estuvo cerrada completamente seguía ahí después de tanto tiempo y me encontraba en su umbral sin decidirme a cruzarla.
Prometí, desde ti, no arrepentirme jamas de lo intentado y no cargar con el peso del "y si..." en mi espalda llena de rémoras nunca mas así que me lancé decidido y atravesé esa antigua puerta que veía a través de tus labios...
Fue extraño... Como si siguiéramos nuestra historia tras un pequeño punto y aparte.
Es bonito... Superando con creces mis expectativas imaginadas y cualquier película creada en mi cabeza.
Esta resultando muy bueno... Disparando los latidos de mi corazón con una cálida cadencia y pintando sonrisas en mi cara sin proponertelo...
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